QUIÉN
ES
LA
VIRGEN MARÍA
“He aquí la esclava del Señor
hágase en mí según tu palabra”
Lucas 1, 38
hágase en mí según tu palabra”
Lucas 1, 38
Extractos
del libro: Las Glorias de María
de San Alfonso María de Ligorio
de San Alfonso María de Ligorio
Servir a María y pertenecer a su corte es el honor más alto que nos puede caber. Servir a la Reina del cielo es ya reinar en el Cielo.
A todos los que confían en su protección, dice el SALTERIO MARIANO, se les han de abrir de par en par las puertas eternales.
María
es abogada compasiva y no rehúsa defender la causa de ningún
desvalido.
A
ninguno despide. Como abogada amantísima, cuida de presentar a Dios
nuestras oraciones, mayormente las que van por su medio, pues así
como con el Padre intercede su Hijo, así con el Hijo intercede su
Madre, no dejando nunca de agenciar el negocio de nuestra salvación,
y de solicitar las gracias que le pedimos. Dionisio Cartujano la
llama Refugio singular de perdidos, Esperanza de miserables, Abogada
de todos los pecadores, que se valen de su protección.
Estemos
seguros de que así como tiene más poder que ningún otro santo, así
no hay quien abogue con más amor y solicitud.
San
Germán dice: ¿Quién, después de vuestro Santísimo Hijo,
mira por nuestro bien, Madre de Misericordia, tanto como Vos? ¿Quién
nos libra más pronto de todos los males? ¿Quién más empeño toma
en proteger y defender, casi luchando, a los infelices
pecadores?.
Es
tanta la compasión que tenés de nuestra miseria, es tan ardiente el
amor con que nos mirás, que pedís y volvés a pedir, y jamás te
cansas de rogar por nosotros, defendiéndonos de todo mal y
alcanzándonos toda suerte de bien.
Ella
tiene poder para salvarnos a todos
Lo que pide y desea lo puede en tierra y Cielo, hasta volver la esperanza a los que ya estaban desesperados. Cada vez que se acerca al altar de la misericordia y presenta a Jesucristo cualquier petición en beneficio nuestro, es tanto lo que el Señor se agrada, y accede tan pronto, que más parece precepto que súplica, más de señora que de sierva.
Todo,
hasta el mismo Dios, obedece al mandato de María
.
San
Bernardino dice: Dios oye sus ruegos como si fueran preceptos.
Poderoso es el Hijo, poderosa es la Madre.
Santa
Brígida un día oyó que el Señor le dijo a su dulce Madre:
“Madre
mía, pide cuanto quieras, porque no pueden dejar tus ruegos de ser
oídos. Tú en la tierra, nada me negaste, y Yo en el Cielo, nada te
negaré”.
Decía
San Agustín: tenía Dios también determinado desde toda la
eternidad, con otro decreto general y absoluto, que a su Madre todo
se lo había de conceder luego que se lo pidiese.
María
alivia a los suyos las penas del Purgatorio y les saca de ellas.
Muy
felices son los devotos de esta Madre clementísima, además de
socorrerlos en esta vida, los asiste y consuela en el Purgatorio.
Dice San Bernardino de Sena: que en aquella
cárcel donde penan las esposas de Jesucristo tiene María dominio y
jurisdicción especial para darles alivio y también para sacarlas.
Dijo la Virgen una vez a Santa Brígida: “Yo, como Madre,
cuidado he de los que padecen en el Purgatorio, aliviándoles de hora
en hora sus penas”.
¿Por
qué también nosotros no hemos de esperar este mismo favor, si le
somos devotos?, ¿por qué, si le servimos con amor filial, no
creeremos que, en acabando de morir, lleve nuestras almas al Cielo,
sin pasar por el Purgatorio, como lo prometió al Beato Godofredo,
mandándole decir, por un religioso, llamado fray Abundio: “Di a
Godofredo que se adelante en la virtud y sea muy siervo mío y de mi
Querido Hijo, y cuando su alma salga del cuerpo, no la dejaré que
pase por las penas del Purgatorio.
María
libra del infierno a sus devotos.
Es
imposible que ningún devoto de María Santísima se condene, si él
procura obsequiarla y encomendarse a su patrocinio. El afirmar que un
devoto de nuestra Señora no es posible que se condene, no se ha de
entender de aquellos que abusan de esta devoción para pecar más
libremente. Se entiende, pues, de aquellos devotos que, con deseo de
la enmienda, juntan la fidelidad en obsequiar y encomendarse a la
Madre de Dios.
San
Anselmo decía: “¡Oh Virgen benditísima! Tan imposible
es que se salve el que de Ti se aparta, como que perezca el que se
vale de Ti”.
San
Antonio: “Así como es imposible que se salve ninguno de
cuantos la Virgen desvía sus ojos de misericordia, así
necesariamente se salvan todos aquellos en quienes los ponga abogando
por ellos”.
El
demonio no se contenta con que el alma eche de sí a Jesucristo si no
despacha también a la Madre, por que teme que la Madre, con la
eficacia de su intercesión, le vuelva a traer.
San
Bernardo: Es imposible que sus ruegos dejen de ser oídos,
porque es nuestra Madre y desea nuestra salvación mucho más que
nosotros mismos.
¿Qué
madre, pudiendo fácilmente librar a un hijo del cadalso sólo con
hablar al juez, no lo haría? ¿Y hemos de imaginar que la Madre más
amorosa y tierna que jamás vio el mundo no librará de la muerte
eterna a un Hijo suyo, pudiéndolo hacer tan fácilmente?.
Demos
al Señor gracias incesantes si sentimos en nosotros este afecto y
confianza filial para con la Reina de los ángeles, pues es gracia
que Dios concede solamente a los que quiere salvar. Dios no la
concede sino a los que determina salvar.
No
es extraño, pues, que esta dichosa devoción desagrade tanto al
enemigo de nuestras almas. Se lee en la vida del padre Baltasar
Alvarez, de la compañía, devotísimo de la Virgen, que estando en
oración y sintiéndose acosado de tentaciones impuras, oyó cerca al
enemigo, que le afligía, diciéndole: “Deja tú la devoción de
María y dejaré yo de tentarte”
A
Santa Catalina de Sena le dijo el Señor:
“Por
mi bondad y en reverencia al misterio de la Encarnación, he
concedido a María, Madre de mi unigénito Hijo, la prerrogativa de
que ningún pecador, por grande que sea, que se le encomiende
devotamente, llegue a ser presa del fuego del infierno”
Santo
Tomás dice que ha habido muchos casos de personas muertas en
pecado mortal, y que, no obstante, por ruegos de María, Dios
suspendió la sentencia de condenación y les permitió volver a la
vida para que hiciesen penitencia de sus pecados.
Flodoardo,
que vivió en el siglo X, cuenta en su Crónica que un diácono, por
nombre Aldemán, estando ya para ser puesto en la sepultura,
resucitó, y declaró haber visto el lugar que le esperaba en el
infierno, pero que, interponiéndose la Virgen Santísima, le había
conseguido la gracia de volver al mundo para hacer penitencia.
Estos
y otros ejemplos no deben servir a ningún temerario de motivo para
seguir pecando, con la esperanza de que la Virgen le librará también
del infierno.
DIVERSA
SUERTE DE DOS ESTUDIANTES
Refiere
el P. Alonso Andrade que en una ciudad de Flandes, el año 1604,
había dos estudiantes que, en lugar de estudios y libros, pasaban el
tiempo en deshonestidades. Habían ido una noche, después de otras
muchas, a casa de una mala mujer, en donde, vuéltose a la suya uno
de ellos, que se llamaba Ricardo, se quedó el otro. Ricardo, al
desnudarse para dormir, se acordó que aún no había rezado un
Avemaría que todos los días tenía costumbre, y haciéndose fuerza,
al fin rezó, aunque de mala gana, sin atención y medio dormido. Al
primer sueño, siente de pronto dar en la puerta un golpe muy fuerte,
y, sin abrir, ve entrar a su compañero en figura espantosa. “¿Quién
eres?”, le preguntó. “Pues, ¿no me conoces?”, dijo el otro.
“Tan trocado y deforme te veo, que pareces un diablo”. “¡Infeliz
de mí! Estoy condenado.” “¿Cómo?.” “Has de saber que al
salir de aquella casa infame vino el demonio y me ahogó, quedando mi
cuerpo tendido en la calle y bajando a los infiernos mi alma. Sepas
también que a ti te aguardaba la misma suerte; pero por el Avemaría
que rezaste te ha librado la Virgen. ¡Afortunado de ti, si te sabes
aprovechar de este aviso que te da por mi medio!” Dicho esto, se
destapó, mostrando las llamas y serpientes enroscadas que le
atormentaban, y desapareció. Entonces Ricardo se tiró al suelo, y
con llantos y gritos daba gracias a nuestra Señora de tan grande
misericordia, prometiendo muy de veras cambiar de vida, cuando,
oyendo tocar a maitines en el convento de San Francisco, exclamó:
“Esta es la voz de Dios que me llama a hacer penitencia”, y sin
más dilación se fue desde allí a pedir con instancia el santo
hábito. Entonces les contó el caso, y para cerciorarse de la verdad
fueron dos a la calle que decía, donde, en efecto, encontraron el
cadáver de su amigo, ahogado y más negro que un carbón. Con esto
lo admitieron, y vivió en la religión, haciendo siempre vida muy
ejemplar. Fue a las Indias a predicar la fe, y de allí al Japón, en
el cual tuvo la dicha de ser quemado y morir mártir de Jesucristo.
SERVIR
A MARÍA Y PERTENECER A SU CORTE
ES EL HONOR MÁS ALTO
QUE NOS PUEDE
CABER
A
TODOS LOS QUE CONFÍAN EN SU PROTECCIÓN
SE LES HAN DE
ABRIR DE PAR EN PAR
LAS PUERTAS ETERNALES
NO
TENGAS MIEDO
NO
ESTOY YO AQUÍ
QUE
SOY TU MADRE
Testimonios actuales de personas que iban a ser condenados pero tuvieron otra oportunidad:
Gloria Polo
Jesús Quinteros
Marino Restrepo
Padre Steven Scheier
Don Darío de San Antonio de Prado
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