DE LAS 5 A LAS 6 DE LA TARDE
PRIMERA HORA
Jesús se despide de su Santísima Madre
Oh Mamá Celestial, ya se acerca la hora de la separación
y yo vengo a ti. Oh Madre, dame tu amor y tus reparaciones,
dame tu dolor, pues junto contigo quiero seguir
paso a paso al adorado Jesús. Y he aquí que Jesús viene y
Tú con el alma rebosante de amor corres a su encuentro,
pero al verlo tan pálido y triste, el corazón se te oprime
por el dolor, las fuerzas te abandonan y estás a punto de
desmayarte a sus pies. Oh dulce Mamá ¿sabes para qué ha
venido a ti el adorable Jesús? Ah, ha venido para decirte
su último Adiós, para decirte una última palabra y para
recibir tu último abrazo...
Oh Mamá, me estrecho a ti con toda la ternura de que
es capaz este mi pobre corazón, para que estrechada y
unida a ti pueda yo también recibir los abrazos del adorado
Jesús. ¿Me desdeñas acaso Tú? ¿ No es más bien un consuelo para tu corazón tener un alma a tu lado y que
comparta contigo las penas, los afectos y las reparaciones?
Oh Jesús, en esta Hora tan desgarradora para tu ternísimo corazón qué lección nos das, lección de filial y amorosa
obediencia para con tu Madre. ¡Qué dulce armonía la
que hay entre María y Tú! ¡Qué suave encanto de amor
que sube hasta el Trono del Eterno y se extiende para salvar
a todas las criaturas de la tierra!
Oh Celestial Madre mía, ¿sabes lo que quiere de ti el
adorado Jesús? No quiere otra cosa sino tu última bendición.
Es verdad que de todas las partículas de tu ser no
salen sino bendiciones y alabanzas al Creador, pero Jesús
al despedirse de ti quiere oír esas dulces palabras: “Te
Bendigo...” . Y yo me uno a ti, oh dulce Mamá, y en las
alas de los vientos quiero recorrer el Cielo para pedir al
Padre, Al Espíritu Santo y a los ángeles todos un “Te
Bendigo” para Jesús, a fin de que, yendo a Él, le pueda
llevar sus bendiciones. Y aquí en la Tierra quiero ir a
todas las criaturas y obtener de cada boca, de cada latido,
de cada paso, de cada respiro, de cada mirada, de cada
pensamiento, bendiciones y alabanzas a Jesús, y si ninguna
me la quiere dar, yo quiero darlas por ellas.
Oh dulce Mamá, después de haber recorrido y girado
por todo para pedir a la Sacrosanta Trinidad, a los ángeles,
a todas las criaturas, a la luz del sol, al perfume de las
flores, a las olas del mar, a cada soplo de viento, a cada
llama de fuego, a cada hoja que se mueve, al centellear de
las estrellas, a cada movimiento de la naturaleza, un “Te
Bendigo” vengo a ti y uno mis bendiciones a las tuyas.
Dulce Mamá, veo que recibes consuelo y alivio y ofreces
a Jesús todas mis bendiciones en reparación por todas
las blasfemias y maldiciones que recibe de las criaturas.
Pero mientras te ofrezco todo, oigo tu voz temblorosa que
dice: “Hijo, bendíceme también Tú”. Y yo te digo, oh
dulce Jesús mío, bendíceme a mí también al bendecir a tu
Madre, Bendice mis pensamientos, mi corazón, mis
manos, mis pasos y todas mis obras, y bendiciendo a tu
Madre bendice a todas las criaturas.
Oh Madre mía, al ver el rostro del dolorido de Jesús,
pálido, acongojado y triste, se despierta en ti el pensamiento
de los dolores que dentro de poco habrá de
sufrir...Prevés su rostro cubierto de salivazos y lo bendices;
su cabeza traspasada por las espinas, sus ojos vendados,
su cuerpo destrozado por los flagelos, sus manos y
sus pies atravesados por los clavos, y adonde quiera que
Él está a punto de ir Tú lo sigues con tus bendiciones...Y
junto contigo yo también lo sigo. Cuando Jesús será golpeado
por los flagelos, traspasado por los clavos, golpeado,
coronado de espinas, en todo encontrará junto con tu
“Te Bendigo”, el mío.
Oh Jesús, oh Madre, os compadezco. Inmenso es
vuestro dolor en estos últimos momentos, tan inmenso
que parece que el corazón del uno arranque el corazón del
otro. Oh Madre, arranca mi corazón de la Tierra y átalo
fuerte a Jesús para que estrechado a Él pueda tomar parte
en tus dolores. Y mientras os estrecháis, os abrazáis, os
dirigís las últimas miradas y los últimos besos, estando yo
en medio de vuestros dos corazones, pueda yo recibir vuestros últimos besos y vuestros últimos abrazos.¿No
veis que no puedo estar sin Vosotros, a pesar de mis miserias
y frialdades? Jesús, Madre mía, tenedme estrechada a
Vosotros, dadme vuestro amor, vuestro Querer, saetead
mi pobre corazón, estrechadme ente vuestros brazos, y
junto contigo, oh dulce Madre, quiero seguir pasa a paso
al adorado Jesús con la intención de darle consuelo, alivio,
amor y reparación por todos.
Oh Jesús, junto con tu Madre te beso el pie izquierdo
suplicándote que quieras perdonarme a mí y a todas las
criaturas por todas las veces que no hemos caminado
hacia Dios. Beso tu pie derecho pidiéndote me perdones
a mí y a todas las criaturas por todas las veces que no
hemos seguido la perfección que Tú querías de nosotras.
Beso tu mano izquierda pidiéndote nos comuniques tu
pureza. Beso tu mano derecha pidiéndote me bendigas
todos mis latidos, mis pensamientos, los afectos, para que
recibiendo el valor de tu bendición sean todos santificados.
Y bendiciéndome a mí bendice también a todas las
criaturas y con tu bendición sella la salvación de sus
almas.
Oh Jesús, junto con tu Madre te abrazo y besándote el
corazón te ruego que pongas en medio de vuestros dos
corazones el mío para que se alimente continuamente de
vuestros amores, de vuestros dolores, de vuestros mismos
afectos y deseos, en suma, de vuestra misma Vida.
Las
Horas de la Pasión
Luisa Picarreta
F: @mundocatolicoMC
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