miércoles, 30 de enero de 2019

El infierno es grande y hay lugar para todos

Santa Verónica Giuliana vio con espanto a obispos y sacerdotes en el infierno




“…En un momento, me encontré en un lugar oscuro, profundo y pestilente; escuché voces de toros, rebuznos de burros, rugidos de leones, silbidos de serpientes, confusiones de voces espantosas y truenos grandes que me dieron terror y me asustaron. También vi relámpagos de fuego y humo denso. ¡Despacio! que todavía esto no es nada.
Me pareció ver una gran montaña como formada toda por una enrome cantidad de víboras, serpientes y basiliscos entrelazados en cantidades infinitas; no se distinguía uno de las otras. La montaña viva era un clamor de maldiciones horribles. Se escuchaba por debajo de ellos maldiciones y voces espantosas. Me volví a mis Ángeles y les pregunté qué eran aquellas voces; y me dijeron que eran voces de las almas que serían atormentadas por mucho tiempo, y que dicho lugar era el más frío. En efecto, se abrió enseguida aquel gran monte, ¡y me pareció verlo todo lleno de almas y demonios! ¡En gran número! Estaban aquellas almas pegadas como si fueran una sola cosa y los demonios las tenían bien atadas a ellos con cadenas de fuego, que almas y demonios son una cosa misma, y cada alma tiene encima tantos demonios que apenas se distinguía. El modo en que las vi no puedo describirlo; sólo lo he descrito así para hacerme entender, pero no es nada comparado con lo que es.
Fui transportada a otro monte, donde estaban toros y caballos desenfrenados los cuales parecía que se estuvieran mordiendo como perros enojados. A estos animales les salía fuego de los ojos, de la boca y de la nariz; sus dientes parecían agudísimas espadas afiladas que después reducían a pedazos todo aquello que les entraba por la boca; incluso aquellos que mordían y devoraban las almas. ¡Qué alaridos y qué terror se sentía! No se detenían nunca, fue cuando entendí que permanecían siempre así. Vi después otros montes más despiadados; pero es imposible describirlos, la mente humana no podría nunca comprender.
En medio de este lugar, vi un trono altísimo, larguísimo, horrible ¡y compuesto por demonios! Más espantoso que el infierno, ¡y en medio de ellos había una silla formada por demonios, los jefes y el principal! Ahí es donde se sienta Lucifer, espantoso, horroroso. ¡Oh Dios! ¡Qué figura tan horrenda! Sobrepasa la fealdad de todos los otros demonios; parecía que tuviera una capa formada de cien capas, y que ésta se encontrara llena de picos bien largos, en la cima de cada una tenía un ojo, grande como el lomo de un buey, y mandaba saetas ardientes que quemaban todo el infierno. Y con todo que es un lugar tan grande y con tantos millones y millones de almas y de demonios, todos ven esta mirada, todos padecen tormentos sobre tormentos del mismo Lucifer. Él los ve a todos y todos lo ven a él.
Aquí, mis Ángeles me hicieron entender que, como en el Paraíso, la vista de Dios, cara a cara, vuelve bienaventurados y contentos a todos alrededor, así en el infierno, la fea cara de Lucifer, de este monstruo infernal, es tormento para todas las almas. Ven todas, cara a cara el Enemigo de Dios; y habiendo para siempre perdido Dios, y no tenerlo nunca, nunca más podrán gozarlo en forma plena. Lucifer lo tiene en sí, y de él se desprende de modo que todos los condenados participan de ello. Él blasfema y todos blasfeman; él maldice y todos maldicen; él atormenta y todos atormentan.
– ¿Y por cuánto será esto?, pregunté a mis Ángeles.
Ellos me respondieron:
– Para siempre, por toda la eternidad.
¡Oh Dios! No puedo decir nada de aquello que he visto y entendido; con palabras no se dice nada. Aquí, enseguida, me hicieron ver el cojín donde estaba sentado Lucifer, donde eso está apoyado en el trono. Era el alma de Judas. Y bajo sus pies había otro cojín bien grande, todo desgarrado y marcado. Me hicieron entender que estas almas eran almas de religiosos; abriéndose el trono, me pareció ver entre aquellos demonios que estaban debajo de la silla una gran cantidad de almas.
“Lucifer tiene en torno a sí a las almas más agraciadas por el cielo, que nada hicieron por Dios, por su gloria; y tiene bajo sus pies, a modo de almohadón, y las golpea continuamente, a las almas que faltaron a sus votos (…) ¡Oh justicia de Dios, cuán potente eres!”.
Y entonces pregunte a mis Ángeles:
– ¿Y estos quiénes son?
Y ellos me dijeron que eran Prelados, Jefes de Iglesia y de Superiores de Religión.
¡Oh Dios!!!! Cada alma sufre en un momento todo aquello que sufren las almas de los otros condenados; me pareció comprender que ¡mi visita fue un tormento para todos los demonios y todas las almas del infierno!
Venían conmigo mis Ángeles, pero de incógnito estaba conmigo mi querida Mamá, María Santísima, porque sin Ella me hubiera muerto del susto. No digo más, no puedo decir nada. Todo aquello que he dicho es nada, todo aquello que he escuchado decir a los predicadores es nada. El infierno no se entiende, ni tampoco se podrá aprender la acerbidad de sus penas y sus tormentos. Esta visión me ha ayudado mucho, me hizo decidir de verdad a despegarme de todo y a hacer mis obras con más perfección, sin ser descuidada. En el infierno hay lugar para todos, y estará el mío si no cambio vida.
¡Sea todo a gloria de Dios, según la voluntad de Dios, por Dios y con Dios!”


martes, 15 de enero de 2019

Una buena acción no borra una mala acción

Viene una persona y dice: yo le compro un remedio a una persona que necesita, soy una buena persona, soy católico, voy a Misa pero.... Me cuelgo de la luz, no pago la luz ni el gas.

El hurto es pecado y es pecado mortal, está dentro de los diez mandamientos, morir en esas circunstancias te lleva al infierno, no te va a salvar que le hayas comprado un remedio a una persona, porque una buena obra no va a borrar una mala obra. La carrera que se corre hasta el final, debe de ser perfecta si queremos tener la salvación eterna.

No nos engañemos, lo que está mal, está mal. Y Dios nos va a pedir cuentas por eso, no nos va a pedir las justificaciones de los malos actos, ni nos va a decir: por esto bueno que hiciste, te borro esto malo! NO!

No nos creamos buenos, el único bueno es Dios, miremos constantemente nuestras miserias. Dios nos pide que seamos perfectos como el Padre es perfecto, eso quiere decir, los dos pies en el mismo lugar, no un pie acá y el otro allá!

Seamos católicos comprometido y demos buenos ejemplos. Conozcamos lo que Dios manda y así no nos vamos a equivocar!


lunes, 14 de enero de 2019

Las pruebas de Santa Teresita

Permitió que mi alma se viese invadida por las más densas tinieblas, y que el pensamiento del cielo, tan dulce para mí, sólo fuese en adelante motivo de lucha y de tormento.

Esta prueba no debía durar sólo unos días, o unas semanas: no se extinguirá hasta la hora marcada por Dios.... Y esa hora no ha sonado todavía.

Quisiera poder expresar lo que siento, pero, ¡ay!. creo que es imposible. Es preciso haber peregrinado por este negro túnel para comprender su oscuridad. Trataré, sin embargo, de explicarlo con una comparación.

Me imagino que he nacido en un país cubierto de espesa niebla, y que nunca he contemplado el rostro risueño de la naturaleza inundada de luz y transfigurada por el sol radiante. Es cierto que desde la niñez estoy oyendo hablar de esas maravillas. Sé que el país en el que vivo no es mi patria y que hay otro al que debo aspirar sin cesar. Esto no es una historia inventada por un habitante del triste país donde me encuentro, sino que es una verdadera realidad, porque el Rey de aquella patria del sol radiante ha venido a vivir 33 años en el país de la tinieblas.

Tu hija, Señor, ha comprendido tu divina iuz y te pide perdón para sus hermanos. Acepta comer el pan del dolor todo el tiempo que tú quieras, y no quiere levantarse de esta mesa repleta de amargura, donde comen los pobres pecadores, hasta que llegue el día que tú tienes señalado...

Santa Teresita. Historia de un alma.


El pecado de impureza.

Vi al Señor Jesús atado a una columna, despojado de sus vestiduras y enseguida empezó la flagelación. Vi cuatro hombres que por turno azotab...