jueves, 22 de febrero de 2018

Nos merecíamos el infierno

Nosotros nos merecíamos el infierno. Dios mandó a su único Hijo a morir en una Cruz para salvarnos.

Jesús, fue humillado, burlado, lo escupieron, lo desnudaron, fue golpeado, lo flagelaron a tal punto que en su cuerpo faltaban pedazos de carne y se le podían ver los huesos; fue atado; encadenado; coronado de espinas, las espinas se le clavaron tanto que LE llegaron hasta el ojo y las de la nuca, hasta la boca...

Y después de todo eso, tuvo que cargar con la cruz, sobre su hombro llagado, pero, NO FUE LA CRUZ LO QUE LO APLASTABA, ERAN NUESTROS PECADOS!!

Fue aplastado por nuestros pecados, triturado por nuestras rebeliones, y todo, para SALVARNOS!

Esto hizo Jesús por nosotros, soportó el peso de nuestros pecados, se hizo maldito por nuestra causa, y el dolor más grande, fue la separación de Dios, porque al estar maldito por nuestras culpas, por haber asumido todos los pecados de la humanidad, la Santidad de Dios no podía estar junto al pecado, por eso Dios de aparata de Jesús, se separan : 
"Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado"

¿Y quién es Dios?
Dios, el Supremo, el Todopoderoso, entregó a su único Hijo para que el hombre se salvará. ¡Cuánto amor te tiene Dios para haber entregado a su Hijo a morir crucificado!
Dios quería salvar a la humanidad, Dios te quería salvar, por eso le dijo a su único Hijo: ¡Te quiero muerto y muerto en cruz!
Jesús moría en la Cruz, mientras nosotros nos salvábamos, Él que no conoció pecado, se hizo malhechor y nosotros que nos merecíamos en infierno nos salvábamos, ¡Qué precio tuvo que pagar Jesús, qué precio tuvo que pagar Dios! 

Ese es el amor de Dios, no tiene límites, es GRANDE.

Nunca pienses que Dios no te ama, y si el enemigo te quiere engañar diciéndote que Dios no te ama, mirá la Cruz y recordá lo que hizo por vos.

"Él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado.
Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados.
Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros.
Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca.
Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo.
Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca.
El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento."
Isaías. 53, 4-10

Este es Jesús, el Hijo de Dios, el Hijo de la Virgen María.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El pecado de impureza.

Vi al Señor Jesús atado a una columna, despojado de sus vestiduras y enseguida empezó la flagelación. Vi cuatro hombres que por turno azotab...