Nació en Himlaya a 30 kms de Beirut y a 5 kms de Bikfaya, el 28 de junio 1832, el la vigilia de San Pedro y San Pablo, y fue nombrada Petra.
Una noche, vió en sueños a tres hombres: Un monje que tenía la barba blanca y un bastón en la mano, un soldado vestido de militar y un anciano.
El monje se le acercó y tocándola con su bastón le dijo: ‘Entra en la Orden de Las Libanesas Maronitas’ (Baladitas).
El primer domingo de octubre fiesta de la Santa Rosario en 1885 Rafqa rezaba delante del Santo Sacramento dirigiéndose al Señor: ‘¿Por qué Dios mío te alejaste de mí y me abandonaste? ¿Por qué no me has visitado con una enfermedad? ¿Te habrás olvidado de tu esclava?’.
Esa misma noche cuando se disponía a dormir sintío un tremendo dolor de cabeza que se prolongaba hasta los ojos.
Un médico en Tripoli, le hizo una punción introduciéndole una sonda de un oído a otro.
Y Rafqa repetía : ‘ En comunión con los sufriminetos de Cristo’.
Un médico americano en Byblos opinó que era necesaria una operación en el ojo derecho. Y ella rechazó que la anestesiaran. Pero cuando la estaban operando el médico le arrancó el ojo y éste cayó palpitante delante de ella : y Rafqa decía: ‘¡Con la pasión de Cristo! ¡Qué Dios bendiga sus manos! ¡Que Dios lo recompense!’. En ese momento sintió como chispas que le brotaban de los ojos y un dolor tan intenso como si la tierra girara a su alrededor.
Un médico militar en Batroun habiéndola examinado dijo : 'El dolor de ojos que esta pobre monja padece es indescriptible y es imposible su curación ya que le afectó el nervio óptico'.
Cuando el dolor se agudizaba ella repetía : ‘ Por la gloria de Dios, el comunión con la pasión de Cristo…, con la corona de espinas en tu cabeza ! Oh mi Señor!’.
Al cabo de dos años quedó totalmente ciega ; después de la ceguera le vino un dolor atroz en los dedos de los pies, cuyas articulaciones se dislocaron por lo que tuvo que guarda cama. Se le descoyuntó la cadera derecha, y los huesos salidos de su cavidad se hundieron y se perdieron en el cuerpo. Y lo mismo pasó con la rótula y la rodilla derecha.
La cadera y la pierna izquierda se desencajaron también y los huesos salidos le desgarraron la piel. Se le abrió una enorme cavidad en el omóplato izquierdo. La clavícula derecha también le rasgó la piel. El hombro y el brazo se le paralizaron, y se le hizo un hoyo profundo entre los hombros, provocándole una herida que sangró durante cinco años. Le quedó el cuerpo enjuto y tieso, se adelgazó a tal punto que parecía un esquelto descarnado, con todos los miembros dislocados y desarticulados, no tenía ningún miembro sano excepto las articulaciones de las manos, las cuales utilizaba para tejer calcetines de lana...
Según la opinión de los médicos, Rafqa padecía de ‘Tuberculosis osteo-articular’ que la dejó por siete años en cama, acostada solamente del lado derecho sin que su hombro tocara las sábanas, con la cabeza apoyada en la almohada.
Cuando tenían que ordenar su cama, o llevarla a la Iglesia, se nesecitaban cuarto monjas. La cargaban con precaución en la sábana, no se atrevían a ponerla en el suelo por temor a que sus miembros se separaran o se desmoronaran.
Rafqa paralizada se arrasta sola hasta la Iglesia.
Era la mañana del jueves en la fiesta del Santo Sacremento, que Rafqa le dijo a su superiora : Si pudiera asistir a la misa, en este día de tan noble fiesta’, las hermanas trataron de llevarla asiendo las cuatro puntas de la sábana, pero al tratar de levantarla le dolió la cadera izquierda, entonces la dejaron en su cama.
Cuando la misa empezó y las monjas estaban en el oratorio, ¡Rafqa entró arrastrándose en la Iglesia! Las monjas se sorprendieron y se emocionaron, la superiora se levantó para ayudarla pero Rafqa le hizo una seña con la cabeza que la dejara entrar sola. Cuando entró la sentaron en un cojín.
Mas tarde la madre superiora le preguntó: ‘¿Como pudiste ir a la Iglesia?’ Rafqa repondió: No se nada; le pedí a Jesús que me ayudara, y de repente sentí que los pies se resbalaban de la cama, pude bajarme
Recupera la vista por una hora
Un día la madre Úrsula Doumit le preguntó a la hermana Rafqa:
‘ ¿No desearías ver nuestro nuevo monasterio y sus alredores como la montaña el bosque y la belleza?’.
‘ Si, desearía la vista al menos una hora para verte’.
‘ Una hora solamente y volver a estar ciega ?’.
‘ Si’.
Al momento, se le resplandeció la cara a Rafqa y dijo soriente:
‘Veo! Bendito sea Dios ’.
‘Que hay encima de este armario ?’( preguntó la superiora, queriendo asegurarse).
Y Rafqa volteando la cara sobre el armario dijo:
‘La santa Biblia y el prefacio’ y señalaba las diferentes manchas que había en su cubrecama.
Rafqa decía siempre : Mis hermanas, no olviden la sexta herida de Cristo ; la herida de su hombro, esta herida fue muy dolorosa porque cargaba la cruz de nuestros pecados.
Rafqa rezaba día y noche, y todos los días seis veces el Padre Nuestro y el Ave María por las seis heridas de Jesús, (La sexta era la herida del hombro de Jesús). Rafqa prefería a Dios sobre todas las cosas, por Él ella sufrió.
Ella, decía a las monjas : Mis hermanas hagan comunión espiritual cuanto puedan aunque sean hasta mil al día. Tenía una gran devoción por la Santa Virgen María. Era dulce calmada y siempre apacible, tenía un corazón simple.
Una vez le dijo a la hermana Marina, ( la que la curaba) : ‘Mi hermana ; te lavaste los pies?‘ -No, le respondió ella. Rafqa replico : Halzo con el fin de que beba esta agua porque te he hecho sufrir durante 27 años tu me has curado y me has servido y yo he sido incapaz de agradecerte o de pagarte y sería muy poco si bebiera del agua en la que tú te lavaras los pies como muestra de mi gratitud.
Muerte de Rafqa
Rafqa vivió 82 años de cuales fueron 29 de sufrimientos, y profundo amor a Cristo.
El 22 de marzo de 1914, Rafqa le dijo a su superiora : ’Me gustaría despedirme de mis hermanas y oir sus voces antes de morir’.
La mañana del 23 de marzo de 1914, pidió la Santa Comunión diciendo : Déjenme llevar conmigo mi provisión. Y sus últimas palabras fueron : ¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Oh San José!, les entrego mi corazón mi alma; entre sus manos pongo mi espiritu.
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