DE LA 1 A LAS 2 DE LA MAÑANA
NOVENA HORA
Jesús, atado, es hecho caer En el torrente Cedrón
Amado Bien mío, mi pobre mente te sigue entre la vigilia
y el sueño.¿Cómo puedo abandonarme del todo al
sueño si veo que todos te dejan y huyen de ti? Los mismos
Apóstoles, el ferviente Pedro, que hace poco dijo que quería
dar su vida por ti..., el discípulo predilecto que con tanto
amor has hecho reposar sobre tu Corazón, ah, todos te
abandonan y te dejan a merced de tus crueles enemigos...
Jesús mío, estás solo, y tus purísimos ojos miran a tu
alrededor para ver si alguno de aquellos a quienes has
hecho tanto bien, te sigue para testimoniarte su amor y
para defenderte,,,Y al descubrir que ninguno, ninguno ha
quedado fiel, el corazón se te oprime y rompes en amargo
llanto, pues sientes aún mas el dolor por el abandono
de tus más fieles amigos que por lo que están haciéndote
tus mismos enemigos. No llores, Jesús mío,. O haz que yo
llore contigo...
Y mi amable Jesús parece que me dice: “Ah hija mía,
lloremos juntos la suerte de tantas almas consagradas a Mí
y que por pequeñas pruebas o por incidentes de la vida no
se ocupan de Mí y me dejan solo. Lloremos juntos por tantas
otras almas tímidas y cobardes que por falta de valor y
de confianza me abandonan; por tantos Sacerdotes que al
no hallar su propio gusto en las cosas santas, en la administración
de los Sacramentos, no se ocupan de Mí..; por
otros que predican, que celebran la Santa Misa o que confiesan
por amor al interés y a su propia gloria, y mientras
parece que están a mi alrededor, siempre me dejan
solo...Ah hija mía. ¡Qué duro es para Mí este abandono!
No sólo me lloran los ojos sino que me sangra el Corazón.
Ah, te ruego que mitigues mi acerbo dolor prometiéndome
que no me dejarás nunca más solo.”
¡Sí, oh mi Jesús, te lo prometo, ayudada por tu gracia
y en la firmeza de tu Voluntad Divina!
Pero mientras lloras por el abandono de los tuyos, tus
enemigos no olvidan ningún ultraje que puedan hacerte.
Oprimido y atado como estás, oh Bien mío, tanto que no
puedes por ti mismo dar un paso, te pisotean, te arrastran
por esas calles llenas de piedras y de espinas; no hay
movimiento que te hagan hacer en el que no te hagan tropezar
en las piedras y herirte con las espinas...Ah Jesús
mío, veo que mientras te maltratan, vas dejando tras de ti
tu Sangre preciosa y los rubios cabellos que te arrancan
de la cabeza...
Vida mía y todo mío, permíteme que los recoja, a fin
de poder atar todos los pasos de las criaturas, que ni aún de noche dejan de herirte; al contrario, se aprovechan de
la noche para herirte aún más, unos con sus encuentros,
otros con placeres, con teatros y diversiones, otros se sirven
de la noche hasta para llevar a cabo robos sacrílegos...Jesús
mío, me uno a ti para reparar por todas estas
ofensas que se hacen en la noche...
Mas, oh Jesús, ya estamos en el torrente Cedrón, y los
pérfidos judíos te empujan a él, y al empujarte te hacen
que te golpee contra las piedras que hay ahí, y con tanta
fuerza que de tu boca derramas tu preciosísima Sangre,
con la cual dejas selladas aquellas piedras...Después,
tirando de ti, te arrastran bajo aquellas aguas negras, a las
que te entran por los oídos, en la nariz y en la boca...Oh
amor incomparable, quedas todo bañado y como cubierto
por un manto por aquellas aguas negras, nauseantes y
frías. Y en ese estado representas a lo vivo el estado
deplorable de las criaturas cuando cometen el pecado.
¡Oh, cómo quedan cubiertas por dentro y por fuera con un
manto de inmundicia que da asco al Cielo y a cualquiera
que pudiese verlas, de modo que atraen sobre ellas los
rayos de la Divina Justicia!
Oh vida de mi vida, ¿puede haber amor más grande?
Para despojarnos de este manto de inmundicia permites
que tus enemigos te hagan caer en ese torrente, y para
reparar por los sacrilegios y las frialdades de las almas
que te reciben sacrílegamente y que te obligan a que
entres en sus corazones, peores que el torrente, y que
sientas toda la náusea de sus almas, permites que esas
aguas penetren hasta en tus entrañas, tanto que tus enemigos, temiendo que te ahogues, y queriendo reservarte para
mayores tormentos, te sacan fuera...pero causas tanta
repugnancia que ellos mismos sienten asco de tocarte.
Mansísimo Jesús mío, ya estás fuera del torrente, y mi
corazón no resiste al verte tan empapado por esta agua
repugnantes. Veo que por el frío tiemblas de pies a cabeza;
miras a tu alrededor buscando con los ojos, lo que no haces
con la voz, uno al menos que te seque, que te limpie y te
caliente..., pero en vano; no hay nadie que se mueva a compasión
por ti; los tuyos te han abandonado, y la dulce
Mamá está lejos porque así lo dispone el Padre...
Pero aquí me tienes, Jesús, ven a mis brazos. Quiero
llorar hasta formarte un baño para limpiarte y lavarte, y
con mis manos reordenarte los desordenados cabellos...
Amor mío, quiero encerrarte en mi corazón para calentarte
con el calor de mis afectos; quiero perfumarte con mis
deseos insistentes; quiero reparar estas ofensas y empeñar
mi vida junto con la tuya para lavar a todas las almas;
quiero ofrecerte mi corazón como lugar de reposo, para
poderte reconfortar en algún forma por las penas que has
sufrido hasta aquí...Después continuaremos de nuevo el
camino de tu Pasión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario