viernes, 29 de mayo de 2020

Consagración a Jesús a través de María

RMULA DE CONSAGRACIÓN A JESÚS
A TRAVÉS DE MARÍA SANTÍSIMA 



Oh Jesús, Sabiduría eterna y encarnada!, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre Virgen! Te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad y en el seno virginal de María, tu Madre, en el tiempo de tu Encarnación

Te doy gracias porque, anonadándote, haz venido al mundo, hombre entre los hombres y servidor del Padre, para librarme de la esclavitud del pecado. 

Te alabo y glorifico Señor, porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel discípulo suyo. No siempre he guardado los votos y promesas de mi bautismo y no soy digno de llamarme hijo de Dios. Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu Madre, esperando obtener por su ayuda el perdón de mis pecados y 
una continua comunión contigo, Oh Sabiduría Encarnada

Te saludo pues, oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su morada la Sabiduría Eterna para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres. Te saludo, oh Reina del cielo y de la tierra: a ti están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los pecadores: todos experimentan tu gran misericordia. Acepta los anhelos que tengo de la Divina Sabiduría y mi consagración 
total.

Yo, ------------------------------------------------------------------------------------------consciente de mi vocación cristiana, renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales. Renuncio a Satanás, a sus seducciones, a sus pompas y a sus obras, y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz detrás de Él, en la fidelidad de cada día a la 
voluntad del Padre

En presencia de toda la corte celestial, te elijo en este día por mi Madre y Maestra. Me entrego y consagro a ti, como tu esclavo de amor, mi cuerpo y mi alma, mis posesiones tanto internas como externas, incluso el valor de todas mis buenas acciones, pasadas, presentes y futuras, dejando en ti, entero y completo derecho de disponer de mí, y todo lo que me pertenece, sin excepción, de acuerdo a tu voluntadpara mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad

Madre del Señor, acepta esta pequeña ofrenda de mi vida y preséntala a tu Hijo; si Él v me redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano, el don total de mí mismo. En adelante, deseo honrarte y obedecerte en todo como verdadero esclavo tuyo. 

¡Oh Corazón Inmaculado de María!, que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta a la misión trascendental que Dios te ha confiado en la historia de la salvación. ¡Madre de misericordia!, alcanzame la verdadera Sabiduría de Dios, y hazme plenamente disponible a tu acción maternal. Colócame así, entre los que amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como hijos tuyos. ¡Oh Virgen fiel!, haz de mí un auténtico discípulo e imitador de tu Hijo, la Sabiduría Encarnada. Contigo, Madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo en la tierra y a la gloria del cielo
Amén 


Santa Rebeca de Himalaya




Nació en Himlaya a 30 kms de Beirut y a 5 kms de Bikfaya, el 28 de junio 1832, el la vigilia de San Pedro y San Pablo, y fue nombrada Petra.


Una noche, vió en sueños a tres hombres: Un monje que tenía la barba blanca y un bastón en la mano, un soldado vestido de militar y un anciano.
El monje se le acercó y tocándola con su bastón le dijo: ‘Entra en la Orden de Las Libanesas Maronitas’ (Baladitas).


El primer domingo de octubre fiesta de la Santa Rosario en 1885 Rafqa rezaba delante del Santo Sacramento dirigiéndose al Señor: ‘¿Por qué Dios mío te alejaste de mí y me abandonaste? ¿Por qué no me has visitado con una enfermedad? ¿Te habrás olvidado de tu esclava?’.


Esa misma noche cuando se disponía a dormir sintío un tremendo dolor de cabeza que se prolongaba hasta los ojos.


Un médico en Tripoli, le hizo una punción introduciéndole una sonda de un oído a otro.

Y Rafqa repetía : ‘ En comunión con los sufriminetos de Cristo’.

Un médico americano en Byblos opinó que era necesaria una operación en el ojo derecho. Y ella rechazó que la anestesiaran. Pero cuando la estaban operando el médico le arrancó el ojo y éste cayó palpitante delante de ella : y Rafqa decía: ‘¡Con la pasión de Cristo! ¡Qué Dios bendiga sus manos! ¡Que Dios lo recompense!’. En ese momento sintió como chispas que le brotaban de los ojos y un dolor tan intenso como si la tierra girara a su alrededor.


Un médico militar en Batroun habiéndola examinado dijo : 'El dolor de ojos que esta pobre monja padece es indescriptible y es imposible su curación ya que le afectó el nervio óptico'.

Cuando el dolor se agudizaba ella repetía : ‘ Por la gloria de Dios, el comunión con la pasión de Cristo…, con la corona de espinas en tu cabeza ! Oh mi Señor!’.


Al cabo de dos años quedó totalmente ciega ; después de la ceguera le vino un dolor atroz en los dedos de los pies, cuyas articulaciones se dislocaron por lo que tuvo que guarda cama. Se le descoyuntó la cadera derecha, y los huesos salidos de su cavidad se hundieron y se perdieron en el cuerpo. Y lo mismo pasó con la rótula y la rodilla derecha.

La cadera y la pierna izquierda se desencajaron también y los huesos salidos le desgarraron la piel. Se le abrió una enorme cavidad en el omóplato izquierdo. La clavícula derecha también le rasgó la piel. El hombro y el brazo se le paralizaron, y se le hizo un hoyo profundo entre los hombros, provocándole una herida que sangró durante cinco años. Le quedó el cuerpo enjuto y tieso, se adelgazó a tal punto que parecía un esquelto descarnado, con todos los miembros dislocados y desarticulados, no tenía ningún miembro sano excepto las articulaciones de las manos, las cuales utilizaba para tejer calcetines de lana...

Según la opinión de los médicos, Rafqa padecía de ‘Tuberculosis osteo-articular’ que la dejó por siete años en cama, acostada solamente del lado derecho sin que su hombro tocara las sábanas, con la cabeza apoyada en la almohada.

Cuando tenían que ordenar su cama, o llevarla a la Iglesia, se nesecitaban cuarto monjas. La cargaban con precaución en la sábana, no se atrevían a ponerla en el suelo por temor a que sus miembros se separaran o se desmoronaran.



Rafqa paralizada se arrasta sola hasta la Iglesia.

Era la mañana del jueves en la fiesta del Santo Sacremento, que Rafqa le dijo a su superiora : Si pudiera asistir a la misa, en este día de tan noble fiesta’, las hermanas trataron de llevarla asiendo las cuatro puntas de la sábana, pero al tratar de levantarla le dolió la cadera izquierda, entonces la dejaron en su cama.

Cuando la misa empezó y las monjas estaban en el oratorio, ¡Rafqa entró arrastrándose en la Iglesia! Las monjas se sorprendieron y se emocionaron, la superiora se levantó para ayudarla pero Rafqa le hizo una seña con la cabeza que la dejara entrar sola. Cuando entró la sentaron en un cojín.

Mas tarde la madre superiora le preguntó: ‘¿Como pudiste ir a la Iglesia?’ Rafqa repondió: No se nada; le pedí a Jesús que me ayudara, y de repente sentí que los pies se resbalaban de la cama, pude bajarme


Recupera la vista por una hora

Un día la madre Úrsula Doumit le preguntó a la hermana Rafqa:

‘ ¿No desearías ver nuestro nuevo monasterio y sus alredores como la montaña el bosque y la belleza?’.
‘ Si, desearía la vista al menos una hora para verte’.
‘ Una hora solamente y volver a estar ciega ?’.
‘ Si’.
Al momento, se le resplandeció la cara a Rafqa y dijo soriente:

‘Veo! Bendito sea Dios ’.
‘Que hay encima de este armario ?’( preguntó la superiora, queriendo asegurarse).
Y Rafqa volteando la cara sobre el armario dijo:

‘La santa Biblia y el prefacio’ y señalaba las diferentes manchas que había en su cubrecama.
Rafqa decía siempre : Mis hermanas, no olviden la sexta herida de Cristo ; la herida de su hombro, esta herida fue muy dolorosa porque cargaba la cruz de nuestros pecados.

Rafqa rezaba día y noche, y todos los días seis veces el Padre Nuestro y el Ave María por las seis heridas de Jesús, (La sexta era la herida del hombro de Jesús). Rafqa prefería a Dios sobre todas las cosas, por Él ella sufrió.

Ella, decía a las monjas : Mis hermanas hagan comunión espiritual cuanto puedan aunque sean hasta mil al día. Tenía una gran devoción por la Santa Virgen María. Era dulce calmada y siempre apacible, tenía un corazón simple.

Una vez le dijo a la hermana Marina, ( la que la curaba) : ‘Mi hermana ; te lavaste los pies?‘ -No, le respondió ella. Rafqa replico : Halzo con el fin de que beba esta agua porque te he hecho sufrir durante 27 años tu me has curado y me has servido y yo he sido incapaz de agradecerte o de pagarte y sería muy poco si bebiera del agua en la que tú te lavaras los pies como muestra de mi gratitud.



Muerte de Rafqa

Rafqa vivió 82 años de cuales fueron 29 de sufrimientos, y profundo amor a Cristo.

El 22 de marzo de 1914, Rafqa le dijo a su superiora : ’Me gustaría despedirme de mis hermanas y oir sus voces antes de morir’.

La mañana del 23 de marzo de 1914, pidió la Santa Comunión diciendo : Déjenme llevar conmigo mi provisión. Y sus últimas palabras fueron : ¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Oh San José!, les entrego mi corazón mi alma; entre sus manos pongo mi espiritu.

Santopedia.com





sábado, 23 de mayo de 2020

Devoción a las tres Avemarías




¿En qué consiste la devoción de las tres Avemarías?

En rezar tres veces el Avemaría a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Señora nuestra, bien para honrarla o bien para alcanzar algún favor por su mediación.

¿Cuál es el fin de esta devoción?

Honrar los tres principales atributos de María Santísima, que son:

1.- El poder que le otorgó Dios Padre por ser su Hija predilecta.

2.- La sabiduría con que la adornó Dios Hijo, al elegirla como su Madre.

3.- La misericordia con que la llenó Dios Espíritu Santo, al escogerla por su inmaculada Esposa.
De ahí viene que sean tres las Avemarías a rezar y no otro número diferente.


¿Cuál es la forma de rezar las tres Avemarías?

María Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal.
1. Por el poder que te concedió el Padre Eterno 
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es
contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
2. Por la sabiduría que te concedió el Hijo. 
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
3. Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo! Como era en el principio, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. ¡Amén!


¿Cuál es el origen de la devoción de las tres Avemarías?

Santa Matilde, religiosa benedictina, suplicó a la Santísima Virgen que la asistiera en la hora de la muerte.
La Virgen María le dijo lo siguiente: "Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías. La primera, pidiendo que, así como Dios Padre me encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y apartar de ti toda potestad enemiga. Por la segunda Avemaría me
pedirás que, así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista yo en el trance de la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error e ignorancia. Por la tercera, pedirás que, así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias."
Y esta promesa se extendió en beneficio de todos cuantos ponen en práctica ese rezo diario de las tres Avemarías.

¿Cuáles son las promesas de la Virgen a quienes recen diariamente las tres avemarías?

Nuestra Señora prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte, presentándose en esa hora final con el brillo de una belleza tal que con sólo verla la consolaría y le transmitiría las alegrías del Cielo.

El pecado de impureza.

Vi al Señor Jesús atado a una columna, despojado de sus vestiduras y enseguida empezó la flagelación. Vi cuatro hombres que por turno azotab...