lunes, 10 de julio de 2017

Tan sólo toca su manto

Su presencia sana, no hace falta que te diga nada, sólo con estar ahí con Él es suficiente. ¡Su presencia sana! Sólo tócalo y sanarás.

Ve con Él, toca su manto, ¿y cómo lo encuentras, dónde lo tocas?. En la Eucaristía, en la oración, en el Sagrario.

La mujer llena de fe sabía que solo con tocarlo quedaría sana, ella no necesitaba que le dijera nada, no necesitaba que le hablara, tan solo sabía que con tocarlo era suficiente, y Jesús quedó admirado de la fe de aquella mujer.

¡Toca a Jesús y serás sano!

Sé tú cual la mujer que fue y tocó
el borde del vestido de Jesús,
poder salió de Él y ella sanó,
y si lo tocas tú sanas también.

A la casa de Jairo iba Jesús,
una gran multitud iba tras Él,
una pobre mujer llena de fe,
no miró la multitud y le tocó.

Jesucristo, fui yo quien te tocó,
mi mal ningún doctor pudo curar,
mas tu gracia divina me sanó,
y mi alma del pecado se libró.

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