viernes, 6 de octubre de 2017

La respuesta de los hombres

LA RESPUESTA DE LOS HOMBRES - PARTE 1

“Mis palabras tendrán tal fuerza y mi gracia las acompañará de tal manera que las almas más obstinadas serán vencidas por el Amor” (10 de junio de 1923)

Nada de lo que se hace por amor es pequeño…

“Mira este Corazón de Padre que se consume de amor por todos sus hijos. ¡Ah! ¡Cuánto deseo que me conozcan!”

“Unos me han conocido verdaderamente, y movidos a impulsos del amor, sienten deseos de entregarse por completo al servicio de mi Padre, sin ningún interés personal.
Preguntando qué podrían hacer para trabajar por su Señor con más fruto, mi Padre les ha respondido: “Deja tu casa, tus bienes, déjate a ti mismo y ven, haz cuanto yo te pida”

“Otros sintieron conmoverse su corazón ante lo que el Hijo de Dios ha hecho por salvarnos y, llenos de buena voluntad, se presentan a El, buscando cómo podrán publicar la bondad de su Señor y, sin abandonar sus propios intereses, trabajar por los de Jesucristo
A estos, mi Padre les ha dicho: Guardad la Ley, que os ha dado vuestro Dios y señor. Guardad mis Mandamientos y, sin desviaros a derecha ni a izquierda, vivid en la paz de mis fieles servidores.”

“Otros no han comprendido el amor con que su Dios los ama; no les falta buena voluntad; viven bajo la ley, pero sin amor; siguen la inclinación natural hacia el bien, que la gracia depositó en el fondo de su corazón.
No son servidores voluntarios, pues que no se presentaron nunca a recibir las órdenes de su Señor; pero como no tienen mala voluntad, les basta a veces una invitación para presentarse gustosos a los servicios que se les piden.”

“Otros, en fin, movidos más por interés que por amor, ejecutan lo estrictamente necesario para merecer, al fin de la vida, la recompensa de sus trabajos.”

“Pero… ¿se han presentado todos los hombres para ofrecerse al servicio de su Dios y Señor?... ¿Han conocido todos el amor inmenso que tiene hacia ellos? ¿Saben agradecer cuanto Jesucristo les ha dado? ¡Ah! Muchos lo ignoran, muchos, conociéndolo, lo desprecian.”

A todos Jesucristo va a decirles una palabra de amor:

“ Hablaré primero a los que no me conocen: Sí a vosotros, hijos queridos, que desde vuestra tierna infancia, habéis vivido lejos de vuestro Padre. ¡Venid! Voy a deciros por qué no le conocéis y, cuando sepáis quién es y qué corazón tan amoroso tiene, no podréis resistir a su amor.

“A las almas que no sólo no me aman sino que me aborrecen y me persiguen, preguntaré ¿Por qué me odiáis así?... ¿Qué os he hecho Yo, para que me persigáis de ese modo?...

“¡Cuántas almas hay que nunca se han hecho esta pregunta! Y hoy, que se las hago Yo, tendrán que responder: -No lo sé.
Yo responderé por ellas:

No me conociste cuando niño, porque nadie te enseñó a conocerme; y a medida que ibas creciendo en edad, crecían en ti también las inclinaciones de la naturaleza viciada, el amor de los placeres, el deseo de goces, de libertad, de riquezas.

Un día oíste decir que para vivir bajo mi Ley es preciso soportar al prójimo, amarle, respetar sus derechos, sus bienes; que es necesario someter las propias pasiones… y como vivías entregado a tus caprichos, a tus malos hábitos, ignorando de que ley se trataba, protestaste diciendo: -¡No quiero más ley que mi gusto! ¡Quiero gozar! ¡Quiero ser libre!
Así es como empezaste a odiarme, a perseguirme.
Pero Yo, que soy tu Padre, te amo con amor infinito y mientras te rebelabas ciegamente y persistías en el afán de destruirme, mi corazón se llenaba más y más de ternura hacia ti”
“Así transcurrieron un año, dos, tres, tantos cuantos sabes que has vivido de ese modo.

Hoy no puedo contener por más tiempo el impulso de mi amor y, al ver que vives en continua guerra contra quien tanto te ama, vengo a decirte Yo mismo quién soy.

Hijo querido: Yo soy Jesús, y este nombre quiere decir Salvador. Por eso mis manos están traspasadas por los clavos que me sujetaron a la cruz, en la cual he muerto por tu amor. Mis pies llevan las mismas señales y mi corazón está abierto por la lanza, que introdujeron en él después de mi muerte.
Así vengo a ti, para enseñarte quién soy y cuál es mi ley. No te asustes: ¡Es de amor!… Y cuando ya me conozcas, encontrarás descanso y alegría. ¡Es tan triste vivir huérfano! Venid, pobres hijos… Venid con vuestro Padre”.

“No temas –le dice el Señor- si tu miseria es grande, mucho mayor es mi amor, y sobre tu debilidad trabajará mi fortaleza”


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