miércoles, 16 de mayo de 2018

La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad. DÉCIMO SEXTA MEDITACIÓN

ORACION A LA REINA DEL CIELO 
ANTES DE CADA MEDITACION 



Reina Inmaculada, Celestial Madre mía, yo vengo a tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija entre tus brazos y pedirte con los suspiros más ardientes la máxima Gracia que Tú puedes concederme: Mamá Santa, Tú, que eres la Reina del Reino de la Divina Voluntad, admíteme a vivir en El como hija tuya, y haz que este Reino ya no esté de ahora en adelante desierto, sino muy poblado de hijos tuyos. Soberana Reina, a Ti me confío a fin de que Tú guíes mis pasos en este santo Reino. Teniéndome tomada con tu mano materna haz que todo mi ser viva vida perenne en la Divina Voluntad. Tú serás mi Mamá y yo te entregaré mi voluntad a fin de que Tú la cambies por la Voluntad Divina. Te pido que ilumines mi mente y me asistas para que yo pueda comprender bien qué cosa es y qué cosa significa vivir en la Santa Voluntad de Dios.



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DECIMA SEXTA MEDITACION 

La Virgen María es un Cielo tachonado de estrellas. 

El Sol Divino con sus refulgentes rayos llena ya el Cielo y la tierra. Jesús en el seno de su Mamá. 





EL ALMA A SU MADRE REINA: 

Heme aquí de nuevo contigo, Mamá; vengo a alegrarme junto contigo y postrándome ante tus santos pies, te saludo: ¡llena de gracia y Madre de Jesús! ¡Oh, de ahora en adelante no te encontraré ya sola, Mamá, porque Contigo está mi pequeño Prisionero divino! He aquí que somos tres: Mamá, Jesús y yo. ¡oh, qué gran fortuna es la mía, porque cuando quiera encontrar a mi Jesús, bastará que yo venga contigo, dulce Madre mía! ¡Oh, Mamá Santa, elevada ahora ya a la dignidad de Madre de Dios, ten piedad de esta tu pequeña y miserable hija, dirige en mi lugar tus primeras palabras a tu pequeño Prisionero, a fin de que El me dé la Gracia de vivir de su Voluntad Divina! 


LECCION DE LA REINA DEL CIELO: 

Hija mía, hoy te espero con ardientes ansias; mi Corazón Materno está henchido de ternura y por eso siento la necesidad de desahogar mi amor contigo. Sí, quiero decirte que no solamente soy tu Madre, sino que también soy la Madre de Jesús. Esta sublime prerrogativa me inunda de alegría infinita y me da felicidad inenarrable. ¿Cómo habría podido y osado esperar Yo, miserable criatura y esclava del Señor, ser su Madre? 


Fue el FIAT Divino el que me elevó a tal altura llenándome de Gracia y preparando en Mí una habitación digna de mi Creador. Por eso siempre la gloria, el amor, el agradecimiento sean para el FIAT Supremo. 

Ahora escúchame, hija de mi Corazón: en cuanto se formó mediante la potencia del FIAT Divino la pequeña Humanidad de Jesús en mi Seno, el Sol del Verbo eterno se encarnó en esta Humanidad. Yo poseía en Mí un Cielo tachonado de estrellas muy resplandecientes que enviaban alegrías, armonías de bellezas divinas y el Sol del Verbo Eterno, fulgurante de resplandor inaccesible, como sol, vino a tomar su puesto. Su luz se difundía por todas partes e inundando Cielo y tierra llegaba a todas las criaturas y con el toque de sus rayos llamaba a las puertas de cada corazón y con voz penetrante decía: “hijos míos, abridme, dadme un lugar, he descendido del Cielo a la tierra para formar en cada uno de vosotros mi Vida; mi Madre es el centro en el cual Yo resido y todos vosotros, hijos míos, estáis en la periferia hacia la cual Yo tiendo”. 

La Luz misteriosa llamaba y llamaba sin cesar y la pequeña Humanidad de Jesús, por medio de Ella, hacía llegar a cada corazón sus lágrimas, sus gemidos y sus espasmos de amor y de dolor... Desde entonces se inició para Mí una nueva vida. Yo estaba al tanto de todo lo que obraba mi Hijo, lo veía devorado por inmensas llamas; de cada uno de sus latidos, de cada uno de sus respiros, de cada una de sus penas se desprendían mares de amor, mediante los cuales El envolvía a todas las criaturas para hacerlas suyas. 

Debes saber, querida mía, que Jesús concibió en Sí mismo todas las penas que habría de sufrir desde su primera hora hasta la última. En cuanto su pequeña Humanidad tuvo vida, su Omnividencia le hizo presente cada una de las almas, así que El las encerró a todas en Sí, como Dios; por eso, ninguna debería perderse. Mi Hijo sufría el peso de todos los pecados de cada criatura y Yo, su Mamá, lo seguía en todo. Compartiendo cada pena suya, sentía que en mi Corazón Materno se formaba la nueva generación de almas que como Madre debía con El generar a la Gracia, a la Luz, a la nueva Vida que El traía a la tierra. 

Hija mía, has de saber que desde el primer instante de mi existencia Yo te amé como Madre, te sentí en mi Corazón, ardí de amor por ti, pero sin todavía comprender la razón; el FIAT Divino me hacía obrar, pero no me explicaba aún el motivo de mis acciones. Pero con la Encarnación del Verbo se develó el secreto. Yo supe entonces que no sólo habría de ser la Madre de Jesús sino también de todo el género humano y que mi Maternidad se habría de completar en la hoguera del dolor y del amor. ¿Ves, hija mía, cuánto te amé y cuánto te amo ahora?. 

Ahora ya entiendes con qué potencia puede ser investida una criatura que no impida al Divino Querer desarrollar su propia Vida operante en Ella. El FIAT Divino, poseyendo en grado supremo la 38 virtud generativa, comunica también al alma sus cualidades y por tanto la hace fecunda de obras buenas. 

Por eso, hija mía, si quieres también tú la generación de todos los bienes, haz que el FIAT viva y desarrolle en ti su Vida operante. 



EL ALMA: 

Mamá Santa, yo me abandono en tus brazos... ¡Oh, cómo quisiera bañar tus manos maternas con mis lágrimas y moverte a compasión del estado en que se encuentra mi pobre alma! ¡Ah, si me amas como Madre, enciérrame en tu Corazón y haz que pueda decir: “mi Mamá es toda para mí y yo soy toda para Ella!” Tu amor queme mis miserias, mis debilidades, y la Potencia del FIAT Divino que Tú posees como Reina forme en mí su vida operante. 


PRÁCTICA: 

Para honrarme harás una visita a Jesús Sacramentado para agradecerle por haberse encarnado y por haberse hecho prisionero en mi seno, concediéndome el grandísimo honor de ser su Madre. 


JACULATORIA: 

Mamá de Jesús, sé también mi Mamá y guíame por el camino de la Divina Voluntad.



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