¿Por qué no somos felices cuando Dios quiere que lo seamos?
Es más, es una orden, Dios te dice: "Quiero que seas feliz, quiero que vivas alegre"
Pero le hacemos caso al mundo. Hay algo social que te dice: si estás mal, si no tenés trabajo, si no tenés para comer, si sos un rechazado, si nadie te acepta, si no tenés casa o no te podés comprar esa ropa de marca, no podés ser feliz, no podés estar contento, es más, si estas contento te dicen: ¿cómo podés estar contento si te va mal?
Lo normal para el mundo es estar mal, el mundo, la sociedad, es una fábrica de amargura y uno de sus delivery es la televisión, con esos programas de "actualidad" que sólo hablan de que todo está mal y te van metiendo la idea que si al país le va mal, si estás mal ¿cómo podés estar contento? Y sin darte cuenta te van amargando el espíritu.
No importa si va todo mal, si la "realidad" es un desastre, yo estoy contento porque Dios me dice que sea ¡FELIZ!. Es una orden: Yo te digo que seas feliz, aunque no tengas nada, aunque todo vaya mal, aunque no te acepten, aunque a la gente no le guste como seas. Yo te quiero así, Yo te necesito así, Mi obra la hice así y la quiero así, quiero que seas feliz.
Pero a Dios no lo escuchamos, escuchamos al mundo y a sus mentiras y hasta pensamos que Dios nos quiere así, tristes, amargados.
Estoy pasando por una cruz, Dios quiere que esté triste. Estoy en una tribulación, Dios quiere que esté triste. No tengo trabajo, Dios quiere que esté triste. ¡NO! Dios no quiere que estés triste, Dios quiere que vivas alegre, feliz, aunque te vaya mal! Porque Él creó al hombre para que sea feliz, pero viene la fábrica de la amargura y te dice: ¡No se puede!.
Pero, ¡SÍ SE PUEDE!
Estoy pasando por una cruz, Dios quiere que esté triste. Estoy en una tribulación, Dios quiere que esté triste. No tengo trabajo, Dios quiere que esté triste. ¡NO! Dios no quiere que estés triste, Dios quiere que vivas alegre, feliz, aunque te vaya mal! Porque Él creó al hombre para que sea feliz, pero viene la fábrica de la amargura y te dice: ¡No se puede!.
Pero, ¡SÍ SE PUEDE!
Ya lo dice en su palabra:
"Saltad de júbilo, aunque de momento tengáis que sufrir un poco en diversas pruebas.
Así la pureza de vuestra fe resultará más preciosa que el oro (que aunque después de acrisolado por el fuego, perece).
Y será para vuestra alabanza y gloria y honor en el día de la manifestación de Jesucristo".
(1Ped 1,6-9)
Así la pureza de vuestra fe resultará más preciosa que el oro (que aunque después de acrisolado por el fuego, perece).
Y será para vuestra alabanza y gloria y honor en el día de la manifestación de Jesucristo".
(1Ped 1,6-9)
El demonio nos hace creer a través del mundo que para ser feliz se necesitan ciertos requisitos: gozar de buena salud, tener un buen pasar económico, no tener problemas, tener amigos, ser estimados. Pero viene Dios y te dice: "Yo quiero que seas feliz igual", y no le creemos porque le creemos al mundo y al demonio.
Dios nos quiere felices en todo tiempo. Hay que romper con la estructura mental de que si no tenés ciertas cosas no podés ser feliz, es un engaño del mundo, de la sociedad, de las personas, de la televisión.
No escuches a las personas que te dicen no podés estar bien cuando todo te va mal, esos son los Rabsasés, los enviados del enemigo que viene con sus mensajes a traer desánimo y amargura.
"Rabsasés, mensajero de Senaquerib, rey de Asiria: Decid a Ezequías, así dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué confianza es ésta en que tú te apoyas? Tú piensas que las meras palabras sustituyen la prudencia y la fuerza para la guerra. Y ahora ¿en quién confías para rebelarte contra mí?"
(2Reyes 17, 19-20)
(2Reyes 17, 19-20)
"¿Acaso he subido yo ahora sin Yavhé contra este lugar, para destruirlo? Es Yavhé quien me ha dicho: "Sube contra este país y destrúyelo"
(2Reyes 17,25)
(2Reyes 17,25)
Esto es lo que te hace creer el enemigo, te dice que Dios quiere que estés mal, triste, amargado, deprimido, ¡claro! si está todo mal, cómo no vas a estar deprimido, es lógico. No escuches al enemigo ni a tus Rabsasés que te hacen creer que hablan de parte de Dios. Esas son todas mentiras del enemigo para que no te levantes.
Creele a Dios, escuchá a Dios. Vos te debés a tu Padre y si tu Padre te dice que seas feliz, entonces hacele caso a tu Padre.
Muchas veces uno cambia porque a la gente no le gusta como somos y nos ponen un pie en la cabeza y nos aplastan y nosotros como queremos ser aceptados vamos cambiando y nos amoldamos a lo que ellos quieren. ¡Cuidado! Eso es un engaño del enemigo que sabe muy buen que si Dios te hizo así, es porque así te quiere y porque así te necesita para su propósito. No te dejes pisar por el enemigo, no cambies porque a otros no les gusta como sos, no escuches los mensajes del enemigo.
Fijate lo que dejás entrar por tus ojos y tus oídos, porque aunque vos digas que no te afecta, lo vas escuchando y eso va entrando en el alma y te va amargando.
No le creas a la fábrica de la amargura que te dice que lo normal es estar mal.
Creele a Dios que te creó para ser feliz:
Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús.
(1Tesalonicenses 5,16-18)
(1Tesalonicenses 5,16-18)
Alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas, sabiendo que la fe, al ser probada, produce la paciencia.
(Santiago 1,2-3)
(Santiago 1,2-3)
¡DIOS QUIERE QUE SEAS FELIZ, EN CUALQUIER CIRCUNSTANCIA!
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