Si miras la realidad, la tormenta, te llenas de temor y te hundes como Pedro, que en vez de mirar al Maestro, miró los vientos.
Mira al Señor, pon tus ojos en Él, mira el sueño que Dios puso en ti, recuerda y enumera sus promesas, camina en fe, sabiendo que Dios es fiel.
Él no falla jamás.
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