DE LAS 4 A LAS 5 DE LA MAÑANA
DUODÉCIMA HORA
Jesús en medio de los soldados
Vida mía, Jesús dulcísimo, mientras dormía fundida
en tu Corazón, sentía muy a menudo las punzadas de las
espinas que herían a tu Corazón Sacratísimo; y queriéndome
despertar contigo para ser una que conoce todas tus
penas y que te compadece, me estrecho aún más fuerte a
tu Corazón, y sintiendo aún más vivas las punzadas me
despierto. Pero, ¿qué veo? ¿Qué siento? Quisiera esconderte
dentro de mi corazón para ponerme yo en lugar tuyo
y recibir sobre mí penas tan dolorosas, insultos y humillaciones
tan increíbles y ultrajes tan bárbaros que sólo tu
amor podría soportar... Pacientísimo Jesús mío, ¿qué
podías esperar de gente tan inhumana?
Ya veo que se divierten contigo y te cubren el rostro
con densos salivazos...La luz de tus hermosos ojos queda
eclipsada por los salivazos, y Tú, derramando ríos de
lágrimas por nuestra salvación, con ellos, de tus ojos retiras esos salivazos. Pero aquellos malvados, no soportando
su corazón ver la luz de tus ojos, vuelven a cubrirlos
de nuevo con salivazos...Otros, haciéndose más atrevidos
en el mal, te abren tu dulcísima boca y te la llena de
hediondos salivazos, de lo que hasta ellos mismos sienten
asco; y como esos salivazos caen en parte, y en parte
muestran la majestad de tu rostro y tu sobrehumana dulzura,
ellos se sienten estremecer y se avergüenzan de
ellos mismos...Y para sentirse más libres te vendan los
ojos con un trapo repugnante y así poder del todo desenfrenarse
contra tu adorable persona: de manera que te golpean
sin piedad, te arrastran, te pisotean bajo sus pies,
vuelven a descargar los puñetazos y las bofetadas sobre tu
rostro y en tu cabeza, rasguñándote, tirando de tus cabellos
y empujándote de un lado para otro...
Jesús, Amor mío, mi corazón no resiste viéndote en
tantas penas...Tú quieres que ponga atención a todo, pero
yo siento que quisieras cubrirme los ojos para no ver
escenas tan dolorosas que arrancan de cada pecho los
corazones, pero tu amor me obliga a ver lo que sucede
contigo. Y veo que no abres la boca, que no dices ni una
palabra para defenderte, que estás en manos de estos esbirros
como un harapo, y que te pueden hacer lo que quieren;
y al verlos saltar sobre ti, temo que mueras bajo sus
pies...
Bien mío y todo mío, inmenso es el dolor que siento
por tus penas, y quisiera gritar tan fuerte que me hiciera
oír allá arriba en el Cielo para llamar al Padre, al Espíritu
Santo y a los ángeles todos, y aquí en la tierra, de un extremo a otro, para llamar a la dulce Mamá y a todas las
almas que te aman, a fin de que haciendo un cerco en
torno a Ti, impidamos que se acerquen esos insolentes
soldados para insultarte y atormentarte...Y juntamente
contigo reparemos toda clase de pecados nocturnos, sobre
todo los que cometen los sectarios sobre tu Sacramental
persona en las horas de la noche, y todas las ofensas de
las almas que no se mantienen fieles en la noche de la
prueba.
Pero veo, oh insultado bien mío, que los soldados,
ebrios y cansados, quieren descansar; y mi pobre corazón,
oprimido y lacerado por tantas penas tuyas, no quiere
quedarse solo contigo, siente la necesidad de otra compañía...Ah
dulce Madre mía, sé Tú mi inseparable compañía;
me estrecho fuerte a tu mano materna y te la beso. Tú
fortifícame con tu bendición. Y Jesús, abrazándonos juntas,
nos hace apoyar nuestra cabeza sobre su dolorido
Corazón para consolarlo.
Oh Jesús, junto con nuestra Mamá te beso y te bendigo
y en unión con Ella tomaremos el sueño del amor
sobre tu adorable Corazón.
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