VIGÉSIMA TERCERA HORA
De las 3 a las 4 de la tarde
Jesús muerto es traspasado por la lanza.
El
descendimiento de la cruz
Gracias
te doy, oh Jesús, por llamarme a la unión contigo por medio de la oración, y
tomando tus pensamientos, tu lengua, tu corazón y fundiéndome toda en tu
Voluntad y en tu amor, extiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza
sobre tu corazón empiezo:
Muerto
Jesús mío, toda la naturaleza ha dado un grito de dolor al verte expirar y ha
llorado tu dolorosa muerte, reconociéndote como su Creador. Miles de ángeles se
ponen alrededor de tu cruz y lloran tu muerte; te adoran y te rinden homenajes
de reconocimiento, confesándote como nuestro verdadero Dios y te acompañan al
Limbo, a donde vas a beatificar a tantas almas que desde siglos y siglos yacen
en aquella cárcel oscura y te suspiran ardientemente. Y yo, muerto Jesús mío,
no puedo separarme de esta cruz, ni me sacio de besar y volver a besar tus
santísimas llagas, señales todas ellas de cuánto me has amado, pero al ver las
horribles laceraciones, la profundidad de tus llagas, tanto que descubren tus
huesos, ay, me siento morir. Quiero llorar tanto sobre estas llagas para
lavarlas con el agua de mis lágrimas, quiero amarte tanto para curarte todo con
mi amor y restituir a tu irreconocible Humanidad su natural belleza, quiero
abrir mis venas para llenar las tuyas con mi sangre y llamarte nuevamente a
vida.
Vida mía,
mi Jesús, ¿qué no puede el amor? El amor es vida y yo con mi amor quiero darte
vida, y si no basta con el mío, dame tu amor y con él todo podré, sí, podré dar
vida a tu santísima Humanidad. Pero, oh mi Jesús, aún después de muerto quieres
decirnos que nos amas, atestiguarnos tu amor y darnos un refugio, un albergue
en tu propio corazón, por eso, un soldado empujado por una fuerza suprema, para
asegurarse de tu muerte, con una lanza te desgarra el corazón, abriéndote una
llaga profunda, y Tú, amor mío, derramas las últimas gotas de sangre y agua que
contiene tu ardiente corazón.
Ah,
cuántas cosas me dice esta llaga, producida no por el dolor sino por el amor, y
si tu boca está muda, me habla tu corazón y oigo que dice:
“Hija
mía, después de haber dado todo, con esta he querido hacerme abrir un refugio
para todas las almas en este mi corazón; este corazón abierto gritará continuamente
a todos: “Vengan a Mí si queréis ser salvos, en este mi corazón encontraréis la
santidad y os haréis santos, encontraréis el consuelo en las aflicciones, la
fuerza en la debilidad, la paz en las dudas, la compañía en los abandonos. Oh
almas que me amáis, si queréis amarme de verdad, vengan a morar siempre en este
corazón, aquí encontraréis el verdadero amor para amarme y llamas ardientes
para quemaros y consumiros todas de amor. Todo está concentrado en este
corazón, aquí están contenidos los sacramentos, mi Iglesia, la vida de Ella y
la vida de todas las almas. En este mi corazón siento las profanaciones que se
hacen a mi Iglesia, las insidias de los enemigos, los ataques que le lanzan, a
mis hijos conculcados, porque no hay ofensa que este mi corazón no sienta, por
eso hija mía, tu vida sea en este mi corazón, defiéndeme, repárame, condúceme a
todos hacia él.”
Amor mío,
si una lanza ha herido tu corazón por amor mío, te ruego que con tus manos
hieras mi corazón, mis afectos, mis deseos, toda yo misma, y que no haya parte
en mí que no quede herida por tu amor. Unida con nuestra traspasada Mamá, que
cae desmayada por el inmenso dolor al ver que te traspasan el corazón, y como
paloma vuela a tu corazón para tomar el primer lugar para ser la primera reparadora,
la reina de tu mismo corazón, intermediaria entre Tú y las criaturas. También
yo junto con Mi Mamá quiero volar a tu corazón para oír cómo te repara y
repetir sus reparaciones en todas las ofensas que recibes. Oh mi Jesús, después
de tu muerte desgarradora y dolorosísima, parece que yo no debería tener más
vida propia, pero en este tu corazón herido yo reencontraré mi vida, así que
cualquier cosa que esté por hacer, la tomaré siempre de él. No daré más vida a
los pensamientos, pero si quisieran vida, la tomaré de tus pensamientos; no
tendrá más vida mi querer, pero si vida quiere, tomaré tu Santísima Voluntad;
no tendrá más vida mi amor, pero si querrá vida la tomaré de tu amor. Oh mi
Jesús, toda tu Vida es mía, esta es tu Voluntad, este es mi querer.
Muerto
Jesús mío, veo que se apresuran a bajarte de la cruz; y tus discípulos José y
Nicodemo, que hasta ahora habían permanecido ocultos, ahora con valor y sin
temer nada quieren darte honorable sepultura, y por eso toman martillo y pinzas
para cumplir el sagrado y triste descendimiento de la cruz, mientras que tu
traspasada Mamá extiende sus brazos maternos para recibirte en su regazo.
Mi Jesús,
mientras te desclavan, también yo quiero ayudar a tus discípulos a sostener tu
santísimo cuerpo y con los clavos que te quitan, clávame toda a Ti, y junto con
nuestra Santa Madre quiero adorarte y besarte, y después enciérrame en tu
corazón para no salir más de él.
LAS HORAS DE LA PASIÓN.
LUISA PICARRETA
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